El estrés no es un mal de moda, sino una realidad. Según un estudio, el 75 % de todos los trabajadores alemanes sufren estrés ocasionalmente o con frecuencia. Entonces, ¿qué es exactamente el estrés, qué lo provoca y qué estrategias existen para dominarlo?
El término estrés fue acuñado por el médico húngaro-canadiense Hans Selye, padre de la investigación moderna sobre el estrés. Selye definió el estrés como una “reacción inespecífica con la que el cuerpo responde a su entorno y a sus exigencias”. Las exigencias no son malas en sí mismas. Pueden estimularnos para rendir al máximo y hacernos crecer. Por lo tanto, una vida absolutamente libre de estrés y de exigencias no es deseable. Nos faltaría la sal de la vida en forma de estrés positivo (eustrés), motivación interna y sustrato para cultivar nuestra personalidad y la sensación de éxito.
Si el estrés es la sal de la vida, ¿por qué tantas personas sufren estrés y sus consecuencias de forma notable? Como sucede con muchas cosas en la vida, en el caso del estrés, la dosis es importante. Mientras que el estrés a corto plazo puede resultar estimulante (por ejemplo, en caso de exámenes), el estrés permanente no incluye las fases de recuperación que se necesitan con urgencia. Cuando un estímulo externo o interno se percibe como algo incómodo o si se tiene la sensación de no poder hacer frente a una exigencia específica, se trata de estrés en su forma negativa (distrés), que puede afectar a nuestra salud física y mental. Por algo decimos cosas como “tengo un nudo en el estómago”, “es para estirarse de los pelos” o “tengo que digerirlo”.
El estrés no es un fenómeno nuevo. Incluso en tiempos primitivos, nuestro mecanismo innato de protección nos ha ayudado a sobrevivir en situaciones de peligro y estrés. Para nuestros antepasados, era cuestión de vida o muerte, pero en la actualidad, nos estresan otras cosas: preocupaciones financieras, plazos o miedo al fracaso. El programa de supervivencia se guía el según el mismo esquema que en la actualidad: si un factor causante de estrés (estresante) influye en el cuerpo, se liberan hormonas del estrés y todo el organismo se moviliza contra el “peligro amenazante”. Mientras que los sistemas insignificantes a corto plazo, como la libido, el sistema inmunitario o la digestión, se detienen, otros sistemas se preparan para huir o para el combate: la respiración, el pulso y la presión arterial se aceleran y el tono y el flujo sanguíneo muscular aumentan, mientras que la sangre se coagula más rápidamente para estar preparada ante posibles lesiones.
Aunque las respuestas fisiológicas al estrés son iguales en todas las personas, cada uno percibe el estrés de forma diferente. Cuando algunos llegan a su límite, las personas con alta resiliencia al estrés mantienen el tipo. Estos luchadores incansables pueden hacer frente incluso a niveles elevados de estrés y se recuperan comparativamente más rápido de las consecuencias negativas.
Aunque cada uno de nosotros tiene una percepción individual del estrés, hay ciertos factores estresantes que hacen hervir las hormonas del estrés en la mayoría de nosotros. Entre los factores de estrés típicos se incluyen:
Hoy en día, muchos de nosotros estamos estresados y no podemos combatirlo ni evitarlo. Es precisamente este estrés constante, y a menudo imperceptible, el que debemos combatir por el bien de nuestra salud. Las siguientes siete estrategias de gestión del estrés nos pueden ayudar.
El proceso de relajación es tan individual como la forma de percibir y gestionar el estrés de cada uno. Hay varios factores implicados en la relajación y la reducción del estrés, como el nivel de estrés previo, la resiliencia individual ante el estrés, la mentalidad y la estrategia elegida. La cuestión es que deberíamos buscar la relajación de forma activa y regular para garantizar una alternancia saludable entre la tensión y relajación. Debido a que las hormonas nos influyen tanto física como mentalmente, la reducción del estrés puede prolongarse durante varias semanas, especialmente después de haber sufrido un estrés intenso.
