La glándula tiroidea humana es un pequeño órgano de tan solo unos centímetros que tiene dos aletas que se amoldan a la tráquea en la zona de la laringe. Su característico nombre proviene de los médicos de la antigua Grecia, que veían este órgano como un escudo (tiroides = parecido a un escudo) que protege la laringe. En la actualidad, suele decirse que la glándula tiroidea se asemeja a una mariposa, ya que sus alas simétricas recuerdan al popular insecto.
Función y tareas: ¿qué hace la tiroides?
La función principal de la glándula tiroidea es la producción de las hormonas triyodotironina, tiroxina y calcitonina. Las dos primeras hormonas actúan como reguladores principales del equilibrio energético humano, mientras que la calcitonina interviene en la salud ósea. Si se produce un trastorno de la función tiroidea, las consecuencias afectan a todo el cuerpo y decididamente a nuestro bienestar.
Hormonas tiroideas: energía y regeneración
La glándula tiroides desempeña su función en el metabolismo energético humano a través de las hormonas triyodotironina (T3) y tiroxina (T4). Estas dos sustancias señalizadoras interactúan con las mitocondrias para estimular la producción de energía. Como resultado, el metabolismo energético aumenta a un nivel que permite realizar esfuerzos físicos y mentales. Esto estimula la quema de grasa y proporciona carbohidratos para el consumo diario. Se estimula la termogénesis, que es la generación de calor propia del organismo, y la temperatura interna aumenta. El pulso se acelera y el consumo de calorías aumenta. La energía está ahí, el cuerpo está “en marcha” y listo para la acción. Además, ahora las células tienen suficiente energía para dividirse. De este modo, la piel se renueva, las heridas sanan, los músculos se regeneran y el cabello crece. En los niños, este suministro de energía es esencial para el desarrollo normal, ya que las células tienden que dividirse con frecuencia durante el crecimiento. Todas estas tareas las realizan las hormonas T3 y T4. La tercera hormona producida por la glándula tiroidea, la calcitonina, inhibe la liberación de calcio de los huesos, lo que favorece la salud ósea.
Micronutrientes que favorecen la función tiroidea
El yodo y el selenio son esenciales para la función tiroidea
Para producir las hormonas T3 y T4, la tiroides solo necesita dos ingredientes: el aminoácido tirosina y el oligoelemento yodo. La tirosina no es esencial, ya que el cuerpo puede formarla, pero el yodo debe suministrarse a través de la alimentación. La ingesta regular es importante porque el cuerpo pierde aproximadamente 100 μg de yodo al día a través de la orina. De ahí también se derivan las necesidades diarias: entre 150-200 μg de yodo cada día para compensar esta pérdida. Si no se obtiene una cantidad suficiente de este oligoelemento, la primera reacción del cuerpo es reducir la excreción. Por lo tanto, el déficit de yodo se puede detectar a través de la orina: que el cuerpo segregue menos de 100 μg de yodo al día es indicio de un aporte deficiente. Si se produce un déficit prolongado de este importante oligoelemento, los niveles de T3 y T4 disminuyen debido a la falta de material “de construcción”. En respuesta, el organismo libera la denominada “hormona estimulante de la tiroides” (TSH), que estimula la glándula tiroidea para aumentar la actividad. Esto permite que el órgano recicle mejor la T3 y la T4 utilizadas para emplear hasta la última pizca de yodo. A corto y medio plazo, esto permite disponer de suficiente T3 y T4 incluso con una ingesta de yodo deficiente. Sin embargo, a largo plazo, la estimulación continua con TSH provoca un aumento de la división celular del tejido tiroideo. Esto permite que el órgano crezca más allá de su tamaño normal en un intento de satisfacer las necesidades hormonales elevadas. Entonces, en la zona laríngea se forma un bulto llamado “bocio”. Si se desea compensar la carencia de yodo, hay que tener cuidado: si se absorbe demasiado yodo rápidamente, la glándula tiroidea agrandada pone el turbo y produce un exceso de T3 y T4. Sin embargo, si la carencia de yodo se recupera con paciencia, la glándula tiroidea se vuelve a reducir hasta su tamaño original y su función se normaliza.
El selenio también es esencial para la función tiroidea. Este oligoelemento forma parte del proceso de conversión de T4 a T3. Este paso es especialmente importante en el equilibrio hormonal de la tiroides, ya que la T3 es casi cuatro veces más activa que la T4. El selenio también es esencial para la neutralización de los radicales libres en la tiroides. La deficiencia de selenio puede ralentizar este proceso, lo que aumenta el daño celular en el tejido tiroideo. Las enfermedades inflamatorias crónicas que se producen pueden favorecer la aparición de una enfermedad autoinmune. Por lo tanto, además del suministro con yodo, los niveles de selenio son un criterio importante para garantizar una glándula tiroidea sana.
Otros micronutrientes
Otros micronutrientes importantes que pueden favorecer la función de la tiroides son el hierro, la vitamina A y la vitamina D.